Hay días en los que sientes que todo ha salido mal. Días en los que por más que te esfuerzas no tienes claro hacia dónde tirar. Y, sinceramente, me siento fracasada. Sé que no debería hacerlo, pero no puedo evitar esa frustración al fallar. Supongo que no soy tan fuerte como creo y que me derrumbo cuando las cosas no salen como yo las había imaginado.
Las relaciones amorosas siempre tienen dos lectura: la tuya y la suya. Y, es curioso, pero suelen ser dos versiones muy diferentes. Y duele. Duele cuando lo que para ti ha sido la historia más bonita de tu vida, es para otro una historia sin importancia. Un error, incluso. Duele mucho escuchar ciertas cosas, pero hay que aceptar que cada uno ha vivido la realidad desde su prisma.
Qué jodida es la mente, te engaña, te miente, te confunde,… y yo me pregunto ¿qué coño es la realidad? ¿qué cojones podemos creernos? No nos podemos fiar ni de nuestra mente. Dicen que lo que valen son las emociones, es decir, cómo te sientes cuando… Y yo estoy de acuerdo, el problema es que la mente influye en nuestras emociones y he aquí el gran problema… Llega un momento que ni tan siquiera las emociones son claras y en ese punto te bloqueas. Yo me bloqueo. No se seguir.
La peor sensación que he tenido hasta la fecha ha sido alejarme de algo que quiero. Saber que vas a renunciar a una sensación plena de satisfacción y bienestar, pero lo haces porque sabes que esa sensación es cada vez más breve y después de sentirla sientes vacío, sientes que ya no está, que no puedes seguir,… ¿Se puede pasar de ser novios a ser amigos? ¿Tiene sentido? Yo no creo que sea capaz y al mismo tiempo no paro de darle vueltas a la idea de que no tener a esa persona en mi vida me angustia, no poder compartir mis problemas, pedirle consejo, divagar sobre el mundo, filosofar sobre la vida y contarnos nuestras películas mentales dignas de un Goya. Pero cuando tu mente mientras disfrutas de la conversación desea que pase algo más, no estás siendo «amiga» y eso es un gran problema.
Creo que lo mejor es la distancia. El silencio. El vacío. Aunque duela. Olvidar es como depilarse con cera, no puedes intentar hacerlo lento, debes hacerlo del tirón, sin respirar y, así, el dolor es fuerte pero breve. Eso es lo que espero. No quiero prolongar mi angustia, quiero comerme mi mierda y sufrir, pero que sea breve. Por favor. Que no dure esta sensación de que nada es lo mismo sin él. Que no siga recordando su olor cada noche al meterme en cama sola. Que no siga pensando en qué me diría él ante cada situación. Que se pase pronto este dolor y que pueda volver a disfrutar de cada momento sin más. Sin pensar, sin recordar, sin sentir nostalgia de lo que pudo haber sido y no fue.
L.